sábado, 21 de mayo de 2016

La autoridad pedagógica en cuestión - Greco M. Beatriz

“Esa capacidad poco común de transformar en terreno de juego el peor de los desiertos” –Michel Leiris
·                    La autoridad es actualmente vista como impotente y devaluada, en un estado débil y derrumbada
·                    ¿Es posible ver a un docente como esa autoridad que sostenga y delimite lugares, trace líneas de continuidad entre generaciones y produzca las interrupciones en lo injusto dentro de lo singular y lo político?
·                    Los tiempos actuales, lo dijimos, nos colocan en posición de crítica y pensamiento, convocan a ubicarnos como extranjeros de nosotros mismos y así, nos disponen a la transformación.
·                    Si la autoridad que era ya no es, si su eficacia se desvanece, su reconocimiento no viene dado y es dificultoso “encarnarla”, se hace necesario disponerse al trabajo e interrogar los escenarios sociales que estamos habitando hoy
·                    El Maestro Ignorante es un texto de crítica al concepto de autoridad en sí mismo,
·                    Saber y poder para crear supuestos sujetos autónomos y racionales, moldeados según la norma, sin diferencias ni resistencias.
·                    Jacotot sugiere que el maestro retire su inteligencia del juego y deje hacer a la inteligencia de los alumnos su propio trabajo, en soledad.
·                    Desigualdad en un triple sentido:
o       la razón pedagógica moderna divide las inteligencias en dos tipos: la empírica de los seres parlantes que se relatan y se adivinan los unos a los otros y por otro lado, la inteligencia sistemática de los sabios
o       la razón pedagógica se pone en escena como el acto que levanta el velo sobre la oscuridad de las cosas, va de arriba abajo, del fondo a la superficie y de ésta al fondo de las cosas.
o       todo este proceso lleva tiempo y un orden detallado y determinado en ese tiempo que la razón pedagógica determina por fuera de las temporalidades subjetivas.
·                    El ejercicio de la autoridad del maestro ignorante pone en cuestión la razón y la práctica pedagógica ordinaria, que confía a la inteligencia del maestro el cuidado de colmar la distancia que separa al ignorante del saber.
·                    Diría Meirieu (1998) que se trata de la diferencia entre “fabricar al otro” y “darle nacimiento”, esa compleja tarea de introducir al otro en la vida ayudándolo a construir su diferencia, a ejercer su libertad, aún cuando éstas lo alejen de quien sostuvo esta posibilidad, su maestro.
·                    El maestro ignorante sostiene, fundamentalmente, un encuadre3 de trabajo que incluye de maneras diversas: su palabra y sus silencios, una alternancia de presencias y ausencias, la continuidad de su acción y un vacío necesario para que el otro se haga presente con su pensamiento.
·                    La autoridad pedagógica organiza un campo de trabajo donde enseñanza y convivencia no se separan y esto se alcanza rechazando ocupar lugares de saber-poder, pero dando cuenta de su relación con el conocimiento e invitando a los otros a hacerlo.
·                    Los únicos insensatos son los que tienden a la desigualdad y a la dominación, los que quieren tener razón. La razón empieza allí donde cesan los discursos ordenados con el objetivo de tener razón, allí donde se reconoce la igualdad: no una igualdad decretada por la ley o por la fuerza, no una igualdad recibida pasivamente, sino una igualdad en acto, comprobada a cada paso por estos caminantes que, en su atención constante a ellos mismos y en su revolución sin fin en torno a la verdad, encuentran las frases apropiadas para hacerse comprender por los otros” (Rancière, 2003: 97)

·                    El maestro ignorante es quien se niega al juego de la explicación que perpetúa la desigualdad

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